La blefaroplastia es la técnica quirúrgica que se encarga de restaurar o de cambiar los defectos adquiridos y genuinos de los párpados.
Si bien la mayoría de las personas que se someten a un procedimiento de estas características es mayor de 35 años, los pacientes que heredaron párpados caídos a veces recurren al procedimiento a una edad más temprana.
El beneficio más evidente es la mejora del aspecto general de los ojos, además de restar el exceso de grasa que oculta el pliegue natural de los párpados superiores y corregir la hinchazón que da aspecto de cansancio.
Según estadísticas recientes recogidas durante el I Congreso de Estética Oculofacial, desarrollado en San Pablo (Brasil), en junio último, la blefaroplastia es el tercer procedimiento más realizado a nivel mundial y, si lo asociamos con los no invasivos (como toxina botulínica y rellenos, láseres y radiofrecuencia perioculares), se ubica en el más ejecutado en el mundo, ya sea en forma asociada o de “combo”.
Ahora bien, la gran duda de la gente que desea un cambio es “¿seré yo un/una candidato/a para realizarme una “blefaro” (como se la denomina entrecasa)”. Además, por supuesto, de preguntarse qué es lo que incluye, qué no, qué implica, qué se puede cambiar y qué no, qué tipo de anestesia se usa, cuánto tiempo insume el posoperatorio y cuánto las cicatrices, y si hay cicatrices; los edemas y las ojeras.
“¿Cómo puedo estar seguro que elegí bien a mi cirujano, cómo saber si la cirugía será un éxito o no?”, es otra pregunta recurrente.
Entre los aspectos a tener en cuenta si buscamos el éxito en esta cirugía, sobresalen:
• La relación médico paciente: hay que saber que tanto el paciente como el médico son desconocidos entre sí. Deben conocerse, haber afinidad, sentirse seguros y satisfechos con la relación entablada y, sobre todo, confiar en el profesional que llevará adelante el procedimiento.
• Tener una conciencia real y verdadera de lo que la cirugía nos puede dar y aportar. Por lo tanto, debemos ser informados perfectamente sobre qué podremos cambiar y qué no para que luego las expectativas no nos defrauden.
• Hay que escuchar bien qué es lo que nos comunican y saber si es lo que realmente buscamos.
• Consultar con el médico elegido tantas veces como sea necesario para entender no sólo en qué consiste la intervención sino también cuáles serán los cambios logrados con éxito y en cuáles el éxito no está asegurado. Esta comprensión es fundamental.
• Debemos saber, entender y comprender el abordaje quirúrgico, sus implicancias normales y las complicaciones.
• Por otra parte, la clase de anestesia que se emplee tiene que ver más con las seguridades de cada paciente. Hay quienes necesitan una anestesia local y están aquellos que requieren una general. Lo mismo ocurre con los profesionales, dado que algunos son más proclives a la general, mientras que otros prefieren la local con sedación.
• Hay que saber, además, cuál será el régimen preoperatorio que habrá que realizar, dónde nos operaremos (no escoger cualquier lugar); si tras la cirugía nos iremos inmediatamente o permaneceremos en observación (si es ambulatoria, no hay que quedar internados).
• Otro aspecto a que investigar es cuál será el régimen preoperatorio que habrá que realizar, dónde nos operaremos (no escoger cualquier lugar), si tras la cirugía nos iremos inmediatamente o permaneceremos en observación (si es ambulatoria, no hay que quedar internados).
• Es importante tener en cuenta que tanto moretones como edemas van a depender de cada individuo y, por lo tanto, su duración y grado tienen más que ver con cada persona que con el cirujano/cirugía.
• Otro dato a saber: no es necesario realizar reposos e incluso se puede seguir con la rutina laboral en 48/72 horas luego de la operación, dado que no hay vendajes y las suturas son “de tipo invisibles”. El paño frío es el mejor aliado.
• Por último, entre los eventuales riesgos sobresalen la híper o hipocorrección, y la asimetría. Todos son solucionables, ya sea con una nueva intervención o con tratamientos locales con cremas.
Algo que parece una cosa tan simple y que llamamos “comunicación” es la base del éxito de una “blefaro”.